MARINA CURCI

Obra: «Línea de horizonte»

Ensamble textil instalativo: carbonilla, tinta,
acuarela, lana, tela y papel.
Medidas variables. Tela base: 138 x 108 cm.
Línea de lana desplegada 6 metros.

Ensamblar horizonte plantas flores líneas tela acuarela carbón color papel Primero pensé en las definiciones de estas palabras, sobre todo de ensamblar: unir, juntar. Pero luego, miré las palabras, las apilé y las sentí una poesía, un mantra, mi mantra, porque esto es lo que hoy día hago todo el tiempo… y diría siempre, a veces en otro orden, otras con distintos apilados. Desde estos elementos, pinto, dibujo, tejo, bordo. Línea de horizonte nace hace un tiempo, con una idea central que era ir a instalar las pinturas en el paisaje, la pintura metida entre los pastos. Pensar el camino inverso: pintar la flor que recuerdo de los recorridos por el paisaje en mi taller, y llevarlas como ofrenda a la tierra, a que se encuentre con el aire, el sol, la lluvia, la tierra, con el pasto, las flores, y luego, que vuelva a la cueva, la casa, que nos hacemos los humanos. La idea central continuó, pinté las flores, en un tamaño cercano a un promedio de la medida de las flores que pensaba: Verbenas, Cardos, Santa Lucía, Diente de León… hice: 120 cuadraditos de flores: 48 de 5x5cm y 72 de 2x2cm. Luego, sucedió lo colectivo, juntarnos a contar nuestros haceres con un hilo común de palabras: horizonte y cueva. Como el compost, lo pensado, se tuvo que ir descomponiendo para renacer. Así las flores y el horizonte se juntaron. El horizonte, ese lugar inaferrable, inexistente, ese lugar que solemos representar con una línea, con un encuentro de dos colores. Hacer corpórea con lana esa línea desde donde “cuelga” el suelo que andamos, desde donde cuelgan esas estrellas fugaces de las plantas que son las flores y que continúan el ciclo constante de lo vegetal. En este devenir de lo pensado, de los ensambles, entró el tejido en crochet, que tanto me conecta a mi mamá, con la que hemos hecho instalaciones donde ella tejió cientos de flores, bolsitas y todo lo que surgía de hacer. En este ensamble, tome el punto de crochet, como dibujar con carbón, y entro la lana negra, impulsada por la obra de Marga, por el oscuro de las sombras y las cuevas de pasto, una lana negra que tengo hace tiempo, y que tiene historias. Se fue tejiendo la línea de horizonte, donde cuelgan flores, una línea que se extiende y se pliega, una línea que busca la línea, una línea tejida que descansa sobre una tela de líneas, como ecos de su existencia en los pensares. Todas esas líneas juntas conforman una superficie, porque esa línea no existe, sino que es la idea de un lugar que tiene muchas superficies, que no se llega, pero es intrínseca a nuestro ser terráqueo, a la gravedad que nos empuja al suelo que contrasta con el aire. Esa línea que es aire, siempre es aire, porque se hace con la distancia, se hace entre aire y tierra, esa línea es un presente constante mientras andamos sobre los campos de flores.