EL HORIZONTE Y LA CUEVA
Vivimos, o vivíamos, entre el horizonte y la cueva, entre la cueva y el
horizonte. Sin ser muy conscientes de eso.
A veces, ni siquiera con la certeza de qué es cueva, y qué es horizonte
en el universo simbólico de nuestras existencias.
La actividad creadora puede ser horizonte o cueva o ambas cosas al
mismo tiempo.
Si una situación anómala como esta de la pandemia nos obliga a
quedarnos en un sitio determinado, encerrados allí, ése sitio,
¿es todo cueva?
Los horizontes, ¿desaparecen?
¿Por qué hablamos de cueva en singular y de horizontes en plural?
¿Hay siempre más de un horizonte?
¿Hay siempre una sola cueva?
¿No hay cuevas dentro de la cueva?
¿No somos una cueva dentro de la cueva?
El baño, por ejemplo, ¿no es una cueva en la cueva?
¿El silencio puede funcionar como cueva?
¿El sueño como horizonte?
¿El acto de crear es cueva?
¿El acto de crear es caminar hacia algún horizonte?
¿Hay horizontes concretos? O son todas líneas imaginarias,
y como tal inexistentes.
¿El horizonte está siempre a la altura de nuestros ojos?
¿O hay otros horizontes posibles?
¿Qué pasa con los otros, con las otras?
¿Con los otros y las otras que compartimos cueva?
¿Los otros y las otras que anidan en otras cuevas?
¿Extrañamos el horizonte?
Cuando se abra la puerta al horizonte, ¿vamos a extrañar la cueva?
Carlos Gorriarena habla de las poéticas.
Dice que los artistas las buscamos y el día que encontrás una poética tenés
una cárcel o un carcelero.
En los supuestos cambios de la conciencia en el planeta que se vendrán
pasada la pandemia, ¿que estamos dispuestos a ceder?
¿Qué privilegios?
Italo Calvino mostró en el Barón Rampante que un horizonte puede
convertirse en cueva.
¿La cueva es una isla?
Desde la isla se ven los horizontes, pero sin nave es imposible salir a buscar
la otra isla que el horizonte insinúa.
¿Tenemos naves?
Las naves que tenemos, ¿aún sirven?
¿Se pueden construir nuevas balsas? ¿Con qué materiales?
¿Uno solo puede manejar vela, remo y timón?
Siguiendo con la metáfora de la isla y la nave, ¿esta no ha sido también
alguna clase de naufragio colectivo del planeta todo?
¿Y entonces? ¿Vamos a reconstruir el mismo barco que casi nos ahoga a
toda la humanidad y que además dejó cientos de muertes con los restos
que quedaron esparcidos en la arena?
O habrá que, no sé, aprender a nadar.
¿Construir balsitas?
¿Islitas unipersonales?
¿Salir a matar a los otros sobrevivientes?
¿Abandonarse a la tristeza y a la nostalgia?
En última instancia, arrastrando los horizontes y con la cueva el hombro,
vivimos todes.
Pablo Solo Díaz
Las Flores, julio del 2020