Obra: «Universo observable»
Pintura y vinilo sobre nylon. 87 x 98 cm
Desde tiempos remotos en la Tierra se ha observado el cielo intentando conocer un horizonte presumiblemente infinito. Con diversas herramientas, métodos de medición y sucesivos avances tecnológicos se fue comprendiendo y organizando ese más allá, estando de este lado, en la cueva. No hace mucho, apenas 65 años, se inició el envío de satélites artificiales, sondas y telescopios espaciales, para obtener datos e imágenes de ese más allá. Estos objetos, como el punto central de un reloj de arena, condensan y pasan de forma gradual la información de ese horizonte, ampliando el caudal de saberes tanto del universo observable como de la Tierra. Todo lo existente y su destino está íntimamente vinculado al misterio, la invención y al descubrimiento del espacio profundo, que puede estar aquí dentro y allá afuera también.